Ya no es tan complicado asumirse homosexual en Cuba. Obviamente, persisten prejuicios, limitaciones, incomprensiones.
Pero la sociedad se muestra más abierta, o por lo menos más tolerante ante la diversidad de orientaciones sexuales.
Y está claro: no debe haber pasos atrás. En los últimos años hemos sido testigos de evidentes avances en ese sentido. Los tiempos en los que se recluía a homosexuales y religiosos en campamentos de trabajo llamados UMAP (Unidades Militares de Apoyo a la Producción) con la intención más o menos explícita de "reeducarlos", son hace mucho tiempo historia.
La política cultural, que en determinado momento discriminó y castigó a los homosexuales (el Congreso de Educación y Cultura de 1971 consideró que la homosexualidad era un rezago de la sociedad capitalista), reconoce y promueve ahora la obra de creadores independientemente de sus preferencias sexuales.
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